Aunque uno de los propósitos centrales de la investigación que dio pie a esta exposición virtual consiste en lograr una foto general y regional de la incidencia de La Violencia en la infancia, cumplirlo es muy complicado, esto es, cercar con precisión o dar un estimado de a cuántos Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) ascienden las víctimas que dejó La Violencia bipartidista, en qué regiones, por cuenta de quiénes, de qué forma, etc. En particular, porque los NNA en las guerras, en los conflictos armados, o en cualquier expresión de la violencia política hacen parte de subregistros por su nula visibilidad social y por la dificultad para precisar fechas de nacimientos o las edades de las víctimas (Bácares, 2019, p. 35). Esto siempre ha ocurrido en cualquier macro investigación, como lo evidencian las de las comisiones de la verdad, que, por lo general, solo trabajan con los datos de las víctimas identificadas, o en su defecto tienen que recurrir a estimaciones para imaginar la magnitud de las violaciones a los derechos humanos de los NNA (Comisión de la Verdad y Reconciliación, 2008, p. 55; Unicef-IRC y ICTJ, 2010, p. 44; Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición, 2022, p. 27).
En cierto modo, esta limitación investigativa tiene un asiento histórico en los imaginarios prevalentes de control que atraviesan a las infancias. Ello entraña que el asunto no sea únicamente técnico, metodológico o institucional en lo tocante a la recolección de información en un archivo o en una base de datos. Resulta más amplio y abarca un cúmulo de elementos socioculturales, resistentes al cambio, que minimizan los roles, la presencia y lo acaecido con los NNA en una sociedad determinada. Pongámoslo así, la infancia pese a ser una categoría como la clase social, la etnia, o el género (Prout y James, 2004, p. 8), habitualmente ha sido marginada de la organización y el análisis de las problemáticas sociales —como lo demuestran los mismos estudios sobre La Violencia— porque en sí misma se fue construyendo para delimitar a los NNA “como un grupo minoritario, definido en relación con el grupo dominante, que tiene mayor estatus social y mayores privilegios, es decir, en este caso, los adultos” (Qvortrup, 2011, p. 210). Dicha ventaja, poder, y relevancia de los miembros de aquello definido indistintamente como la adultez, relegó a los sujetos opuestos, a una invisibilidad social que ganó peso. Por ejemplo, se naturalizó la prescindibilidad de los NNA de cualquier acontecimiento y decisión pública (Cussiánovich, 2010); o por creerse que su mundo era lo privado, esa mirada negó el papel, la recurrencia cotidiana y la importancia —activa y pasiva— de los NNA en la historia (Sosenski, 2015). Seguir Leyendo...
Lo anterior ayuda a entender la desproporción de las noticias encontradas de La Violencia en términos generacionales. Las referencias a los crímenes políticos y a los hechos de sangre cometidos y sufridos por los adultos son abundantes, en parangón a las de los NNA, que aparecen escondidos en los párrafos de los periódicos o son menos mencionados en los reportes y en las corresponsalías enviadas a las salas de redacción en Bogotá. Posiblemente, el subregistro propuesto fue afianzado por las representaciones sociales y culturales sobre la infancia de quienes iban informando a la capital desde las regiones donde La Violencia tomaba cuerpo, a saber, por los significados y la relativa preponderancia que en sus contextos locales y provinciales tenían los NNA a mediados del siglo XX. Esa visión, era mayormente tutelar o discrepaba de la noción un poco más precisa y contemporánea que tenemos de los NNA hoy en día. Por eso, hallarlos de una manera diáfana y asible en la prensa que anuncia La Violencia requiere de mucha atención, ya que la infancia aún estaba lejos de leerse a través de los actuales postulados humanitarios y jurídicos pensados para proteger —y condenar los ataques contra— las vidas de los NNA, así como los límites etarios para acotar de cuándo a cuándo, o qué podía ser en atención a un estimación biológica, dependían de la vigencia de otras categorías como la de joven y menor de edad: “Ayer, cerca de la medianoche falleció en el hospital civil, después de una larga y dolorosa agonía el joven conservador Teódulo Moncayo […] Esta última víctima de la persecución liberal en Nariño apenas contaba 16 años de edad” (Figura 1); “el célebre cuatrero Salomón Castro, de reconocidos antecedentes delictuosos, dio muerte en forma cobarde al joven Contreras Vargas, de 17 años de edad” (Figura 2); “en un ataque de la policía de Caldas perdieron la vida el señor Julio Quinceno y los dos hermanos Piedrahita, estos últimos jóvenes liberales” (Figura 3). En efecto, la juventud es una noción tan amplia y tan confusa que en ella coexisten los adultos, los niños, los adolescentes, los menores de edad etc. Es tan imprecisa, que un joven puede tener las edades relatadas, atribuibles jurídicamente a los NNA, o por el contrario la de una figura adulta: “El ciudadano conservador José Flavio López Ballesteros, de veintiséis años de edad, fue cobardemente asesinado en la tarde de ayer” (Figura 4).
La minoría de edad es otro pilar a considerar en este rastreo nebuloso de la infancia en La Violencia. Recuérdese que, por esa época, ser menor de edad implicaba estar por debajo de los veintiún años, y que, además, la ciudadanía estaba regida por una discriminación de género. El corte de la ciudadanía legal de los dieciocho años recién aparece en el setenta, con el Acto Legislativo 1 del 18 de diciembre de 1975, que modificó el artículo 14 de la Constitución para establecer que: “Son ciudadanos los colombianos mayores de 18 años de edad”. En este sentido, la expresión menor o menor de edad, impresa en un titular o en una cuartilla interior, engaña, hacer suponer, y alimenta la imprecisión de los datos que residen en la prensa: “Unos liberales que se hallaban libando en una tienda situada en la plaza de “La Concordia” provocaron una zambra de la cual resultó herido a tiros de revolver el menor Ramón Garzón” (Figura 5); “Un deplorable percance se registró en las primeras horas de la noche de ayer en el taller de mecánica distinguido con el numero 16-41 de la calle 22, a consecuencias del cual murió trágicamente Oscar Bravo de 18 años de edad" (Figura 6). Adicionalmente, el subregistro de la niñez en La Violencia tiende a incrementarse con la aparición de una cantidad de eufemismos que esconden a los NNA y los tornan imprecisables. Son palabras que los anuncian en función de alguien que los hace reconocibles —ser “hijo o hija de”, miembro de una “familia”—; o bajo una etiqueta —la estudiantil— que puede serles tal vez afín y en un supuesto indicarlos al lector:
“el sectarismo político se ha recrudecido en estos días, especialmente en algunas veredas, tales como la de La Cabaña en donde un hijo de don Manuel Orjuela fue herido a machete por los afamados” (Figura 7); “Como uno de sus hijos lograra llegar en momentos culminantes tragedia y quisiera prender al asesino, fue golpeado brutalmente por la policía municipal”(Figura 8); “Noticias llegadas de Santa Isabel dan cuenta de que el presidente del consejo y estaquero de la población Jorge Gonzales, dio muerte de un disparo de revolver en la frente al estudiante Gabriel Velandia, hijo de uno de los jefes conservadores del Líbano, señor Agapito Velandia (Figura 9); “El lunes fueron asesinados Julio Duarte Blum y un hijo de don Eufracio Gómez […] Varios tiros y numerosas puñaladas le propinaron, arrastrando luego su cadáver por las calles. Inmediatamente fue atacada la casa del señor Eufracio Gómez, y asesinado, en la misma forma, un hijo de este” (Figura 10); “El cacique liberal de Santa Isabel, Jorge González, quien dio muerte al estudiante conservador Gabriel Velandia, hace quince días, continúa transitando libremente por las calles de esta ciudad” (Figura 11); “resultaron heridos de gravedad el ciudadano Juan Forero y la señorita Ulacina Díaz, hija del dueño de la finca en donde se refugiaron los liberales” (Figura 12).
Dichos eufemismos limitan el alcance total de una sistematización cuantitativa y cualitativa, al mimetizar, esconder, o dar a entender imprecisamente a los NNA trazados por La Violencia, de un modo muy parecido a lo que ocurrió con una buena cantidad de las denuncias —sin nombres y edades— que recibió en 1958 la Comisión investigadora de las causas de La Violencia en el viejo Caldas, Tolima y Valle del Cauca. En ellas, la victimización de los NNA vuelve a estar sin estarlo en frases como “se formuló el denuncio correspondiente al asesinato de mi nieto GUSTAVO BONILLA […] el 9 de septiembre de 1956 fue herido a bala otro hijo mío de nombre MANUEL BONILLA”; “por causa a la persecución que le tenían a mis hijos en los cuales mataron 2 de mis hijos dos nietos y dos trabajadores” (Valencia Gutiérrez, 2021, pp. 227-228). Por último, puede que por las medidas de censura que adoptó Mariano Ospina Pérez en la postrimería de su gobierno acudiendo al Estado de sitio (Decreto 3518), las afectaciones de La Violencia en los NNA hayan sido menos informadas, borradas o consideradas como irrelevantes para ser incluidas en una noticia que a la postre iba a ser revisada y aprobada por un sello institucional (Figura 13 y 14). Planteamos esto debido a que 1949 fue un año en el que “La violencia se apoderó del país [y] Las matanzas se generalizaron” (Reyes, 2021, pp. 185, 187). A esta altura es imposible saber su impacto en el subregistro de la infancia heredado de ese periodo, no obstante, queda esta incógnita abierta para pensar cómo la censura de medios aportó lo suyo a la histórica invisibilización de los NNA en lo que respecta a la violencia política y, puntualmente, a la bipartidista de mediados del siglo XX en Colombia.
Bibliografía
Bácares Jara, Camilo (2019). El protagonismo de la infancia en las Comisiones de la Verdad: desafíos y retos para el posconflicto en Colombia. Ciencia Política, 14 (27), 19-46.
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2008). Hatun WillaKuy. Versión abreviada del Informe Final de La Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima: Autor. Recuperado de https://www.dhnet.org.br/verdade/mundo/peru/cv_peru_hatun_willakuy_version_abreviada.pdf
Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición. (2022). No es un mal menor. Niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado. Recuperado de https://www.comisiondelaverdad.co/hay-futuro-si-hay-verdad
Cussiánovich, A. (2010). Paradigmas de las culturas de infancia como formas de poder. Lima: Infant.
Prout, A. y James, A. (2004). A new paradigm for the sociology of childhood? Provenance, promise and problems. En James, A. y Prout, A. (eds.). Constructing and reconstructing childhood. Contemporary issues in the sociological study of childhood. Londres: Routledge.
Qvortrup, J. (2011). Nove teses sobre a infância como um fenômeno social, Pro-Posições, Campina, 22 (1), 199-211.
Reyes, C. (2021). La fragmentada Unión Nacional. Síntesis política del gobierno de Mariano Ospina Pérez (1946-1950). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Sosenski, S. (2015). Enseñar historia de la infancia a los niños y las niñas: ¿para qué? Tempo & Argumento, 7(14), 132-154.
Unicef-IRC y ICTJ. (2010). Children and Truth Commissions. Recuperado de https://www.unicef-irc.org/publications/pdf/truth_commissions_eng.pdf
Valencia Gutiérrez, A. (2021). La Violencia años cincuenta contada por sus víctimas. Los archivos de la Comisión Investigadora. Cali: Editorial Universidad del Valle.
Figura 1
Falleció el conservador herido por el cacique liberal de Funes.
2 de octubre de 1946. El Siglo.
Figura 2
Joven conservador muerto en Aguachica en forma cobarde.
28 de agosto de 1946. El Siglo.
Figura 3
Tres liberales fueron asesinados en Marsella por guardias de Caldas.
9 de noviembre de 1949. El Tiempo.
Figura 4
Por orden superior fue asesinado ayer joven conservador.
6 de febrero de 1947. El Siglo.
Figura 5
Un menor resultó herido por varios liberales embriagados.
26 de noviembre de 1947. El Siglo.
Figura 6
De un tiro de pistola fue muerto en la ciudad el menor Oscar Bravo.
6 de noviembre de 1947. El Siglo.
Figura 7
Violencia liberal, contra el conservatismo en los campos.
20 de agosto de 1946. El Siglo.
Figura 8
Distinguido jefe liberal de Pamplona, asesinado.
Marzo 20 de 1948. El Tiempo.
Figura 9
Matón liberal empleado en las rentas de Tolima asesinó vilmente a conservador.
29 de octubre de 1946. El Siglo.
Figura 10
Nuevos sucesos de violencia han tenido lugar en varias regiones de Santander.
17 de agosto de 1949. El Tiempo.
Figura 11
Continúa en libertad el asesino de conservadores de Sta. Isabel.
16 de noviembre de 1946. El Siglo.
Figura 12
Policías seccionales atacaron la localidad de Cumaca el martes.
3 de noviembre de 1949. El Tiempo.
Figura 13
Esta edición de El Tiempo ha sido censurada […] Suspensión definitiva para los diarios que violen la censura.
13 de noviembre de 1949. El Tiempo.
Figura 14
La suspensión del Congreso, urgente para volver al orden.
10 de noviembre de 1949. El Siglo.